En ocasiones, tan solo con ver un rostro, oír una voz, oler un perfume es suficiente para en lo más íntimo, restablecer los sentimientos que por un motivo u otro queremos esconder. Es difícil encubrirlos, en cualquier momento salen a la luz llenos de pasión contenida y comienza de nuevo la lucha interior.
Y pasamos a ser un débil suspiro tirado al viento, una frágil bruma del cansado mar, una paloma con ansias de volar. Te hundes tanto en su mirada, que aunque no esté junto a ti la sientes tan viva que permanece en tus pensamientos, en tu corazón, en tu alma. Estas tan impregnada que una leve brisa te hace estremecer, sientes deseos de vivir y morir a la vez, te invaden momentos de tristeza, que una vez en ellos, no te crees capaz de salir… y retomas tu vida diaria, tus inquietudes diarias, tus problemas diarios. Pero todo dentro de ti te lleva a un mismo lugar, a una misma persona. Esa persona que cada día te arranca un trozo de corazón, y sin dañarlo te lo devuelve con más ilusión, por muchos sinsabores que te de su ausencia y los escasos encuentros que podamos tener. Es todo tan maravilloso y a la vez tan doloroso…
A veces decimos palabras que hieren, a veces esbozamos sonrisas que curan, otras soñamos sueños perdidos, olvidados e inexistentes, o será que nunca existieron? tal vez no se soñaron. Tal vez sea tarde para darnos cuenta, o es pronto para empezar a despertar.
Si le tenemos entre las manos, se escapa al instante, es incertidumbre inmensa perderte al encontrarte, esperanza de amar y volver a sentir, de la ilusión de un beso y la timidez de una caricia, de la dulzura de una palabra y el calor de un abrazo, de entrelazar las manos y juntos apoyarnos
En ocasiones, tan solo con ver su rostro, oír su voz, oler su perfume, es suficiente para seguir viviendo…
Mayo, 2011